Santiago Álvarez decidió dejar atrás su ciudad natal, Pamplona, hace una década para mudarse a Valencia en búsqueda de nuevas oportunidades de estudio y trabajo. Allí, conoció a Xenia Guisado y se enamoró perdidamente, lo que le llevó a prolongar su estancia en la capital del Turia de forma indefinida. Juntos alquilaron un hogar en la ciudad hasta que llegaron sus hijos, Laia y Ángel. Hace tan solo tres meses, la familia decidió dar un paso más y comprarse una casa en Catarroja, un municipio cercano a Valencia, para poder establecerse definitivamente. Sin embargo, nunca imaginaron que tan solo tres meses después, su vida daría un giro inesperado y se enfrentarían a una de las pruebas más duras que jamás habían enfrentado.
El pasado mes de agosto, la familia Álvarez-Guisado se mudó a su nueva casa en Catarroja, emocionados por comenzar una nueva etapa en sus vidas. Pero el destino les tenía preparada una sorpresa que nunca olvidarán. El martes 29 de octubre, todo comenzó como un día normal para Santi, Xenia, Laia y Ángel. Los niños fueron al colegio y sus padres se dirigieron a sus trabajos. Sin embargo, al mediodía, Santi habló por teléfono con su madre y su abuela, una conversación que parecía ser como cualquier otra, hasta que Santi les advirtió que tenían que ir a comprar rápido porque el cielo se veía amenazante. Se despidieron y la tarde transcurrió con normalidad, pero al día siguiente, todo cambió.
Juan Hidalgo, primo de Santi, se despertó el miércoles 30 de octubre y vio las noticias sobre la devastadora DANA que estaba afectando a la región. Inmediatamente, intentó ponerse en contacto con su primo y su familia, pero no obtuvo respuesta. Preocupado, llamó una y otra vez, pero nadie atendía al teléfono. Alertado por la situación, decidió avisar a las autoridades y a sus familiares, pensando que podrían haber sido víctimas de la tragedia. Durante los siguientes dos días, Juan y su familia se enfrentaron a una angustiosa espera, sin saber si sus seres queridos estaban vivos o muertos. Las comunicaciones estaban colapsadas y el caos reinaba en la región, lo que les impedía obtener alguna información sobre la situación de Santi, Xenia y sus hijos.
El fin de semana transcurrió sin noticias, hasta que por fin, la suerte se cruzó en su llegada. El lunes por la noche, Xenia bajó a uno de los puntos de reparto de comida habilitados en el lugar y una vecina la reconoció por las fotos que habían circulado por redes sociales. Sin dudarlo, la mujer se puso en contacto con Juan y le informó de que su primo y su familia estaban vivos. La alegría y el alivio invadieron a toda la familia, quienes no podían creer que finalmente habían sido localizados.
Pero, ¿qué fue lo que realmente sucedió? Según cuenta Juan, su primo y su familia fueron auxiliados por un vecino de su mismo casa. La familia Álvarez-Guisado vive en un bajo y la riada les pilló en la calle mientras se dirigían a su coche. Un conocido de la zona les advirtió que se subieran a su casa, que se encontraba en una altura más elevada, mientras el agua les llegaba por las rodillas. Los teléfonos móviles de Santiago y Xenia se quedaron en su vehículo y durante los siguientes siete días, la familia se refugió en la casa de su vecino, sin luz, agua ni comida. Gracias a la generosidad de este vecino, Santi,