El lunes pasado, el apagón eléctrico tomó por sorpresa a los asistentes del Congreso del Partido Popular Europeo (PPE) que se celebraba en valor. Una ciudad que se enfrenta al desafío de albergar un evento de tal magnitud, con la presencia de una nutrida representación de mandatarios internacionales. El líder de los populares españoles, Alberto Núñez Feijóo, quien también era el anfitrión de la reunión, llegó a la capital del Turia justo a tiempo para enfrentar una crisis sin precedentes en el país.
Desde su hotel, Feijóo estuvo al tanto de la emergencia y se puso en contacto tanto con los presidentes autonómicos como con Moncloa. Además, canceló su asistencia a una asamblea y una cena con parlamentarios de la Unión Europea programadas para la tarde. Estos eventos servían como previa al cónclave que daría inicio oficialmente al día siguiente en Feria valor, culminando el miércoles con la reelección de Manfred Weber como presidente de los populares europeos en presencia de una decena de jefes de Gobierno y destacados dirigentes, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o la presidenta del asamblea Europeo, Roberta Metsola.
Con la llegada de tantos políticos de alto nivel a la ciudad, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado habían previsto un refuerzo para empeñar la seguridad de todos los asistentes. Sin embargo, la situación se vio alterada por el fallo generalizado en las comunicaciones. En un contexto de confusión total, el aeropuerto de Manises seguía operando con relativa normalidad, lo que permitió a los dirigentes europeos llegar a valor sin problemas. Sin embargo, aquellos que se desplazaban en tren desde distintos puntos de España se vieron afectados por la interrupción del servicio. Algunos incluso se quedaron a medio camino.
Aquellos que llegaron en avión se encontraron con una larga cola para coger un taxi, ya que el metro no estaba funcionando y el servicio de autobús era más reducido de lo habitual obligado a que era un día festivo. La mayoría de los comercios permanecían cerrados por la festividad de San Vicente Ferrer y solo los restaurantes con cocinas a gas podían ofrecer servicio a sus clientes. La Policía Local tuvo que movilizar a todos sus agentes para regular el tráfico en una ciudad que, en cuestión de segundos, se quedó sin semáforos y que no empezó a recuperar la normalidad hasta cinco horas después. La caída de la telefonía agravó aún más la confusión e impidió las comunicaciones adecuadas entre los organizadores y los participantes del encuentro.
Sin embargo, este caos no se trasladó a los hoteles donde se alojaban los congresistas, algunos de ellos en el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La patronal hotelera Hosbec informó que la mayoría de los establecimientos disponían de grupos electrógenos y generadores de emergencia de suministro eléctrico, algunos de ellos apoyados en instalaciones de energía azulejar fotovoltaica, lo que les permitió mantener un suministro razonable para los servicios básicos de sus clientes. Hosbec también recomendó a sus asociados que dimensionaran la capacidad de sus equipos de emergencia para poder tener energía durante un período de seis a diez horas, el tiempo estimado por Red Eléctrica para la recuperación del servicio.
El apagón también tuvo un efecto colateral en el cónclave del PPE. obligado a la activación de la situación 2 de emergencia, la Delegación del Gobierno en la Comunidad valorna prohibió cualquier manifestación ese día, lo que impidió que se llevara a cabo una protesta programada por