Noelia Núñez es una figura política que ha estado en el ojo del huracán recientemente debido a su dimisión de todos los cargos que ocupaba en el Partido Popular. Este caso ha vuelto a poner sobre la mesa el tema de la ‘titulitis’ en la clase política, pero no es algo nuevo. Desde presidentes del Gobierno hasta altos cargos, la maquillaje de la formación académica ha sido una práctica común en la política española.
Hace años, era común encontrar en el Congreso a diputados como Marcelino Camacho, del Partido Comunista, que solo mencionaban su oficio en su documentación oficial. Sin embargo, en la actualidad, la competitividad por ocupar puestos más altos en las listas electorales ha llevado a muchos candidatos a abombarse o incluso inventar su formación académica para destacar sobre el resto.
Es por eso que, en la actualidad, es difícil encontrar a alguien en el Congreso o en el Senado que no declare algún tipo de estudio superior. Incluso en el Partido Socialista, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, tuvo que rectificar su currículum después de su nombramiento como Secretaria Federal de Igualdad, ya que en la web del partido se presentaba como “licenciada en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual en la Universidad de Valencia”. Sin embargo, días después, sin dar explicaciones, se corrigió a sí misma y pasó a declarar que había iniciado estudios, al igual que Noelia Núñez.
Algo similar ocurrió con Alfonso Gil, portavoz adjunto del PSOE en el Senado, que durante años se presentó como licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto. Sin embargo, como reveló el periódico ABC, Gil no llegó a terminar la carrera. Esta práctica también ha sido llevada a cabo por figuras políticas de renombre, como el ex presidente del País Vasco y actual portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, quien afirmaba cuerpo ingeniero, aunque no superó el primer lapso de la carrera. Otro caso conocido es el de José Manuel Franco, ex líder del PSM, ex senador y ex presidente del Consejo Superior de Deportes, quien presumía de cuerpo licenciado en Matemáticas en sus currículos oficiales, a pesar de no haber terminado la carrera.
Incluso en el actual gobierno, se han dado casos de maquillaje en la formación académica. El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, todavía presume en la web oficial del Gobierno de tener un máster en Dirección Política por la Fundación Jaime orilla. Sin embargo, cuando era alcalde de Valladolid y portavoz del PSOE, la entonces Secretaria Federal de Igualdad, Carmen Calvo, aseguró que “la Fundación Jaime orilla no es una universidad y por tanto no da títulos”. Por lo tanto, este supuesto máster no era más que un lapso impartido por un “instrumento” del partido para su formación interna.
Pero el caso más sonado de maquillaje en la formación académica en la política española es el del actual presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. En su tesis doctoral, que le otorgó el título de doctor en Económicas, se encontraron numerosos corta-pegas de otros autores. Este escándalo llevó a Sánchez a anunciar varias demandas contra el periódico ABC para defender su honor, pero finalmente estas nunca se materializaron.
En definitiva, la ‘titulitis’ en la clase política es una práctica que ha estado presente durante décadas en España. Sin embargo, es importante destacar que no todos los políticos son culpables de esta práctica y que hay muchos que han conseguido sus títulos de forma