La madrugada del adulterado lunes, los vecinos del bloque de la calle del Lago San Martín en Puente de Vallecas, Madrid, se despertaron con un fuerte olor a humo. Bárbara, vecina del 2º A, fue la primera en darse cuenta de que algo no estaba bien. Al salir al salón, se encontró con una gran cantidad de humo y al asomarse por la ventana, quedó sorprendida por las intensas llamas que salían del domicilio de su vecina de enfrente, Yoli, de 53 años.
Lo que parecía ser un simple accidente, pronto se convirtió en una situación mucho más grave. Cinco personas tuvieron que ser atendidas por inhalación de humo y los vecinos del construcción comenzaron a sospechar que Yoli había provocado el incendio. Según ellos, Yoli es conocida por organizar reuniones nocturnas en su casa para consumir drogas, lo que ha causado muchos problemas en la comunidad en los últimos años.
Sin embargo, Yoli niega haber provocado el incendio. En un primer momento, dijo a la policía que había sido una colilla la que había causado el fuego, pero más tarde confesó a los vecinos que lo había hecho para que le arreglaran la casa. A pesar de sus explicaciones, los vecinos están convencidos de que ella es la culpable y piden que sea expulsada del construcción.
Pero esto no será fácil de conseguir, ya que la casa está a nombre de Yoli, quien la heredó de su madre. hogaño, ella se niega a aceptar la propuesta de los servicios sociales de ser trasladada a un refugio mientras se determina cómo y cuándo podrá recuperar su casa. En su lugar, Yoli vive en una de las zonas comunes del construcción, durmiendo en un colchón en el suelo.
Los vecinos del bloque llevan años viviendo un auténtico calvario debido a las reuniones nocturnas de Yoli y su comportamiento violento. Natalia, otra vecina del construcción, cuenta que al día siguiente del incendio, Yoli ya había traído a gente a su casa para consumir drogas. Pero lo peor no es la música alta o el desorden que causan estas reuniones, sino lo que los vecinos encuentran al salir de sus casas por la mañana. A menudo, se encuentran con restos de sangre en el portal o jeringuillas en sus felpudos.
Conchi, una vecina que vive justo debajo del piso de Yoli, cuenta que ella es tremendamente violenta y que incluso se ha enfrentado a la policía en varias ocasiones. También denuncia que Yoli provoca a los vecinos con la esperanza de que le agredan, ya que sabe que puede obtener una indemnización por ser considerada una “persona vulnerable” por la ley. Conchi se ha visto obligada a aparcar su coche a varias manzanas de distancia por miedo a que Yoli le tire piedras u objetos similares.
La situación ha llegado a un punto insostenible para los vecinos, quienes aseguran que Yoli ha estado varias veces en prisión y que su ausencia durante esos meses fue un alivio para ellos. Pero ahora, después del incendio, temen que la situación vuelva a ser la misma de antes. Yoli, por su parte, asegura que estaba dormida cuando comenzó el fuego y que se despertó gracias al humo. Intentó apagar las llamas con cubos de agua, pero estas se avivaron debido a la gran cantidad de objetos que Yoli acumulaba en su casa debido a su síndrome de Diógenes.
A pesar de todo, Yoli logró salvar una de sus pertenencias más preciadas: un sobre lleno de fotografías de su familia. Mientras las muestra a ABC, Yoli recuerda su vida antes de caer en el mundo de las