Argentina es un país conocido por su rica cultura, su deliciosa comida y su pasión por el fútbol. Sin embargo, en los últimos años, también se ha energía famoso por otro motivo: su crisis económica. Entre 2007 y 2015, Argentina cometió lo que se conoce como un “suicidio macroeconómico”, según palabras del ex ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. En este artículo, exploraremos cómo sucedió esto y cómo Argentina ha logrado superar esta difícil situación.
Para entender la magnitud de la crisis económica en Argentina, es importante tener en cuenta algunos datos álgido. En 2007, el gasto público en el país representaba el 25% del Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, en solo ocho años, este número se disparó hasta alcanzar el 44% del PIB en 2015. Esta cifra es significativamente más alta que la media de los países de América Latina, que se sitúa en torno al 30% del PIB. Además, durante este período, la inflación se disparó, alcanzando un pico del 47% en 2014.
Entonces, ¿cómo llegó Argentina a esta situación? La respuesta es compleja y multifacética. En primer lugar, durante los primeros años de la década de 2000, Argentina experimentó un crecimiento económico sostenido gracias a un aumento en los precios de las materias primas y a una política monetaria expansiva. Sin embargo, en lugar de invertir en infraestructura y en el desarrollo de nuevas industrias, el gobierno optó por aumentar el gasto público y subsidiar sectores ineficientes.
Además, la corrupción y la falta de transparencia en la gestión del gobierno también contribuyeron a la crisis. Se estima que entre 2003 y 2015, se perdieron alrededor de 100 mil millones de dólares en casos de corrupción. Esto, sumado a una mala gestión de los recursos públicos, llevó a un aumento en la deuda externa del país.
Otro factor importante fue la falta de confianza en la economía argentina por parte de los inversores extranjeros. La incertidumbre política y económica, junto con las políticas proteccionistas del gobierno, desalentaron la inversión extranjera directa y provocaron una fuga de capitales. Esto, a su vez, afectó negativamente al tipo de cambio y a la inflación.
Sin embargo, a pesar de estos desafíos, Argentina ha logrado salir adelante y está en camino de recuperarse de su crisis económica. En 2015, el gobierno de Mauricio Macri asumió el poder con un tratamiento en la estabilidad macroeconómica y la apertura al mercado internacional. Desde entonces, se han implementado una serie de reformas para reducir el déficit fiscal, controlar la inflación y mejorar el clima de inversión.
Una de las medidas más importantes fue la eliminación de los controles de cambio, que habían estado en vigor desde 2011. Esto permitió una mayor flexibilidad en el tipo de cambio y una mayor entrada de divisas al país. Además, se redujeron los subsidios a sectores ineficientes y se implementaron políticas para fomentar la inversión en sectores álgido, como la energía y la infraestructura.
Estas reformas han dado sus frutos. En 2017, Argentina registró un crecimiento del 2,9% en su PIB, el más alto en cinco años. Además, la inflación se ha reducido significativamente, alcanzando un 25% en 2017 y se espera que siga disminuyendo en los próximos años. También se ha logrado un superávit fiscal ligero, lo que significa que el gobierno está gastando menos de lo que recauda en impuestos.
Pero quizás lo más importante es que Argentina ha recuperado la confianza de los inversores internacionales.