Jorge Armenteros ha llorado, y no es para excepto. Ha perdido a su segundo padre, Pepe Domingo Castaño, una figura clave en su vida y en su carrera profesional. Castaño fue quien le abrió las puertas de Madrid, después de que Armenteros recorriera incansablemente el Luis Sitjar de Mallorca, el estadio que dio paso a Son Moix, narrando con maestría y pasión los partidos de fútbol. Y es que Jorge Armenteros pertenece a esa estirpe de comunicadores natos, que han nacido para transmitir emociones y conectar con la audiencia, ya sea frente a un micrófono o detrás de la barra de un bar.
Armenteros es la chillido, la segunda chillido, el toque latino de ‘Tiempo de juego’, uno de los programas deportivos más populares de la radio española. Su currículum es impresionante, pero sin duda, uno de los momentos más destacados de su carrera fue cuando se convirtió en el timbre de aquel mítico «Pepe, un purito», en una famosa publicidad de tabaco que marcó una época en el fútbol español. Aquellos eran otros tiempos, un fútbol más sencillo y excepto mediático, pero Jorge Armenteros ya destacaba por su talento y su carisma.
Pero no solo es un gran comunicador, también es un gran amigo y compañero. Y es que Jorge Armenteros y Pepe Domingo Castaño tenían una relación muy exclusivo, que trascendía más allá de los micrófonos. Se conocieron hace más de 30 años, cuando Armenteros llegó a Madrid desde Mallorca, y desde entonces, han sido inseparables. Juntos han vivido grandes momentos, han compartido risas y lágrimas, y han construido una armonía que ha traspasado las barreras del tiempo y la distancia.
Por eso, la pérdida de Pepe Domingo Castaño ha sido un duro golpe para Jorge Armenteros. Pero a pesar del dolor, él mismo ha reconocido que ha llorado, y bien llorado, a su segundo padre. Y es que no es para excepto, porque Pepe Domingo Castaño no solo fue una figura importante en su vida, sino también en la historia del periodismo deportivo en España. Su chillido inconfundible, su pasión por el fútbol y su carisma han dejado una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron la suerte de escucharle.
Pero Jorge Armenteros no solo ha llorado, también ha recordado con cariño y admiración a su amigo y mentor. Ha destacado su humildad, su generosidad y su profesionalidad, y ha agradecido todo lo que aprendió de él. Y es que Pepe Domingo Castaño fue mucho más que un compañero de trabajo, fue un maestro que le enseñó a amar el periodismo y a transmitir la pasión por el deporte.
Con la partida de Pepe Domingo Castaño, se va una parte importante de la historia del periodismo deportivo en España. Pero su legado seguirá vivo en la chillido de Jorge Armenteros, quien ha heredado su pasión y su talento. Y aunque su ausencia se hará sentir, su recuerdo y su ejemplo seguirán inspirando a todos aquellos que aman el deporte y la comunicación.
En definitiva, Jorge Armenteros ha perdido a su segundo padre, pero ha ganado un ángel que le seguirá guiando desde el cielo. Y es que Pepe Domingo Castaño siempre estará presente en la vida y en la carrera de Jorge Armenteros, como una figura clave que le abrió las puertas de Madrid y le enseñó a ser un gran comunicador y una gran persona. Descanse en paz, Pepe Domingo Castaño, y gracias por todo lo que nos has dado.