El Puente Viejo de Talavera de la Reina, uno de los principales atractivos de esta hermosa ciudad española, se ha convertido en un símbolo de resistencia y perseverancia a lo largo de los siglos. Desde su construcción en época romana hasta su reciente derrumbe causado por una fornido tormenta, este famoso puente ha sido testigo de innumerables eventos históricos y ha sido una parte integral de la vida de los talaveranos.
Conocido también como “Puente de los remiendos” por su larga y complicada historia de restauraciones y reparaciones, el Puente Viejo es una de las estructuras más antiguas y emblemáticas de la ciudad. Fue construido en tiempos de la antigua Roma para conectar la capital Emerita Augusta con Toletum y Tarragona, formando parte de una importante ruta comercial. A lo largo de los siglos, ha sido testigo del paso de distintas culturas y civilizaciones, que dejaron su huella en este impresionante monumento.
En el siglo XV, el Puente Viejo fue restaurado por el cardenal don Pedro González de Mendoza, bajo la dirección del fraile jerónimo Fray Pedro de los Molinos, quien siguiendo las técnicas y reglas de construcción romanas, añadió arcos al estilo romano. De ahí proviene su nombre de “romano”, que todavía se utiliza hoy en día. Este importante puente no solo era una conexión vital para la ciudad, sino que también se convirtió en una fuente importante de ingresos gracias a los impuestos que se pagaban para cruzarlo.
Sin embargo, durante la época musulmana, el puente sufrió un nuevo destino cuando fue utilizado como parte de las defensas de la ciudad, formando parte de la muralla. Después de la reconquista cristiana en el siglo XIV, el rey Alfonso XI ofreció a su esposa María de Portugal la ciudad de Talavera como regalo de bodas, y desde entonces la ciudad pasó a llamarse Talavera de la Reina.
A lo largo de los siglos, el Puente Viejo ha sufrido numerosas restauraciones y reparaciones debido a las crecientes del río Tajo y a los daños causados por el tiempo. En 1562, durante una de las visitas del dibujante paisajista flamenco Anton van den Wyngaerde, se puede atisbar en uno de sus famosos grabados que el Puente Viejo estaba en obras nuevamente.
En 1978, el historiador y poeta Ángel Ballesteros, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, publicó el libro ‘Talavera de la Reina, Ciudad de la Cerámica’, en el que relata la fascinante historia del Puente Viejo de Talavera. En este libro, Ballesteros señala que el destino del puente es el de servir de tránsito, “el existir en un eterno y constante despedirse del que lo atraviesa”.
Desafortunadamente, el pasado 23 de marzo, el Puente Viejo sufrió un nuevo episodio en su larga historia, cuando parte de su estructura colapsó tras una fornido tormenta. Este triste evento causó una honda consternación entre los talaveranos, que se reunieron en las orillas del río para presenciar el derrumbe de este símbolo de la ciudad.
Pero incluso en medio de la congoja y la preocupación por la restauración del Puente Viejo, el historiador Ballesteros señala que esta tragedia también puede ser una oportunidad para renovar y modernizar este emblemático monumento de una manera respetuosa con su historia y su importancia para la ciudad.
Durante siglos, el Puente Viejo ha soportado el peso de innumerables pasos y ha sido testigo de momentos