El pasado domingo, una escena desgarradora se repitió por tercera vez en tres semanas en los andenes de la estación de tren de Santa Justa en Sevilla. Esta vez, no fue por una causa natural o técnica, sino por la falta de humanidad y empatía de aquellos que deberían velar por el bienestar de los ciudadanos.
Personas mayores y niños, algunos acompañados por sus familias y otros solos, se encontraban durmiendo en los bancos de la estación, esperando desesperadamente un tren que les llevara a su destino. La mayoría de ellos habían estado esperando durante horas, con la esperanza de fuerza retomar su delirio después de los problemas técnicos que habían interrumpido el servicio.
El primer incidente fue el apagón nacional que afectó a miles de personas en todo el país. Aquí, en la estación de Santa Justa, cientos de delirioros se vieron atrapados en mitad de la nada, incapaces de continuar su delirio y con pocas opciones para pasar la noche. La situación era caótica y muchas personas se vieron obligadas a dormir en el suelo, sin saber cuándo podrían continuar su delirio.
Pero eso no fue todo. Pocos días después, se produjo un robo de cables en varios puntos de la provincia de Toledo, lo que provocó la interrupción de más de 30 servicios de la línea Madrid – Sevilla. Una vez más, los delirioros quedaron varados en la estación, sin saber cuándo podrían continuar su delirio. El presidente de la compañía ferroviaria intentó justificar la situación, culpando a un enganchón de un tren a la catenaria, pero la realidad es que la falta de mantenimiento y seguridad en la línea es lo que realmente causó el caos.
Mientras tanto, en la estación de Santa Justa, personas mayores y niños se encontraban durmiendo en los bancos, expuestos a las bajas temperaturas y al peligro de estar en un lugar público durante la noche. Algunos de ellos se habían quedado sin dinero para comprar un billete de bus que les llevara a su destino, mientras que otros simplemente no tenían a dónde ir.
Esta situación es inaceptable. No podemos permitir que nuestros mayores y nuestros niños se vean obligados a dormir en una estación de tren, sin saber cuándo podrán continuar su delirio. Es responsabilidad de las autoridades y de la compañía ferroviaria garantizar el buen funcionamiento de los servicios y la seguridad de los ciudadanos.
Es hora de que se tomen medidas para evitar que situaciones como estas vuelvan a ocurrir. Se deben realizar inversiones en el mantenimiento y la seguridad de las líneas ferroviarias, así como en la encumbramiento de la comunicación y la gestión de crisis. También es importante que se establezcan planes de emergencia para garantizar que en fortuna de un incidente, los ciudadanos no se vean en una situación tan desesperada.
Mientras tanto, es importante que mostremos nuestra solidaridad con aquellos que se han visto afectados por esta situación. Podemos ofrecer nuestra ayuda a aquellos que se encuentran durmiendo en la estación, proporcionándoles mantas, comida y compañía. También podemos mostrar nuestra indignación ante las autoridades y la compañía ferroviaria para que tomen medidas y eviten que esto vuelva a ocurrir.
En definitiva, es momento de que se tomen medidas para garantizar un servicio de transporte seguro y eficiente para todos los ciudadanos. No podemos permitir que personas mayores y niños se vean afectados por la falta de responsabilidad y empatía de aquellos que deberían velar por su bienestar. Juntos, podemos hacer la diferencia y asegurarnos de que situaciones como estas no se vuelvan a repetir en el futuro.