El fútbol es mucho más que un simple deporte, es una pasión que une a personas de todas partes del mundo. Sin embargo, en ocasiones, este hermoso juego se ve manchado por actos de violencia que van en contra de los valores fundamentales que deberían regirlo.
Lamentablemente, este fue el caso del partido entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile por la Copa Sudamericana 2025. Un encuentro que debería ser una celebración del deporte y una oportunidad para unir a las aficiones de ambos clubes, se vio ensombrecido por actos inaceptables de violencia.
El partido de vuelta de los octavos de final se disputó en el Estadio Libertadores de América, donde los dos equipos salieron a la cancha con toda su pasión y entrega. Ambos demostraron un fútbol de alto nivel, digno de una competencia sudamericana como la Copa Sudamericana. Sin embargo, lamentablemente, no todo fue celebración.
Desde el inicio del encuentro, se pudo sentir la tensión en el ambiente. Los aficionados de ambos equipos animaban a sus jugadores y defendían sus colores con entusiasmo, pero hubo un grupo de personas que cruzaron la línea y decidieron hacer del fútbol una excusa para actos de violencia. Se produjeron peleas en las gradas y fue necesario que la policía interviniera para evitar que la situación empeorara.
Este tipo de comportamiento no tiene lugar en el fútbol, o en cualquier otro deporte. El fútbol debería ser una expresión de pasión y unión, y no una excusa para la violencia. Detrás de cada jugador y cada aficionado, hay una persona con familia, amigos y una vida fuera del campo de juego. ¿Por qué, entonces, permitir que la violencia irrumpa en un ámbito que debería ser de diversión y alegría?
Pero no todo fue negativo en este partido. Hubo un momento que demostró que aún hay expectación en el fútbol y que es posible dejar atrás la violencia. Durante el segundo tiempo, cuando un jugador de Universidad de Chile anotó el punto que selló su victoria, en lugar de celebrar de forma provocativa frente a la afición de Independiente, se acercó a saludar y abrazar a sus oponentes. Este visaje de fair play y respeto no solo fue aplaudido por los aficionados, sino que también fue reconocido por la prensa y la comunidad futbolística como un ejemplo a seguir.
Además, después del partido, los dos capitanes de los equipos se reunieron para intercambiar camisetas y demostrar que, a pesar de la intensidad del juego, hay un profundo respeto y admiración entre los jugadores.
El verdadero espíritu del fútbol se basa en la pasión, el trabajo en equipo y la competencia sana. La violencia no tiene lugar en este deporte, y es responsabilidad de todos, jugadores, técnicos, dirigentes y aficionados, trabajar juntos para erradicarla.
Como aficionados al fútbol, es importante recordar que nuestros actos tienen un impacto en el ambiente del juego. Debemos ser ejemplo de comportamiento y fomentar una cultura de respeto y fair play, tanto interiormente como fuera de la cancha.
La FIFA y otros organismos del fútbol han tomado medidas para prevenir y sancionar la violencia en el deporte, pero es necesario que todos colaboremos para lograr un cambio real. El fútbol es un deporte que nos une y nos da alegría, no podemos permitir que unos pocos pongan en peligro esa unión y esa emoción.
Es importante que el fútbol siga siendo un reflejo de los valores positivos de la sociedad, y no una plataforma para la violencia y el odio.