La Organización Mundial de la Salud (OMS) es una institución global que tiene como objetivo principal promover la salud y el bienestar de todas las personas en todo el mundo. Desde su creación en 1948, la OMS ha liderado importantes iniciativas y programas para prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida y promover un estilo de vida saludable en todo el planeta.
Una de las principales preocupaciones de la OMS es la eliminación de los ácidos grasos trans producidos industrialmente, también conocidos como grasas trans. Estas grasas son producidas a partir de aceites vegetales mediante un proceso llamado hidrogenación, que las hace más sólidas y duraderas. Son utilizadas en la industria alimentaria para mejorar la textura y sabor de muchos productos, como galletas, pasteles, bollería y alimentos fritos.
Sin embargo, a pesar de su popularidad en la industria alimentaria, las grasas trans son altamente perjudiciales para nuestra salud. Estudios científicos han demostrado que su consumo está asociado a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas. Además, las grasas trans también aumentan los niveles de colesterol malo (LDL) y disminuyen los niveles de colesterol bueno (HDL) en nuestro organismo.
El impacto de las grasas trans en la salud es tan grave que la OMS las ha catalogado como uno de los mayores riesgos para la salud pública en la aceptación. Según datos de la organización, cada año, más de 500,000 personas mueren como consecuencia de enfermedades relacionadas con el consumo de grasas trans. Y aunque estos datos son alarmantes, lo más alarmante es que la mayoría de estas muertes podrían evitarse si se elimina el consumo de grasas trans en la alimentación.
Es por eso que la OMS ha iniciado una campaña mundial para eliminar las grasas trans de la cadena alimentaria. Esta campaña ha sido respaldada por gobiernos, organizaciones y empresas de todo el mundo, que han tomado medidas para reducir o eliminar completamente el uso de grasas trans en sus productos. Algunas de estas medidas incluyen la implementación de políticas públicas para regular su uso, la promoción de alternativas más saludables y la educación a la población sobre los riesgos asociados con su consumo.
Gracias a estos esfuerzos, se ha logrado un progreso significativo en la eliminación de grasas trans en muchos países. En los últimos años, varios países han prohibido su uso en la producción de alimentos, mientras que otros han establecido límites máximos para su contenido en los productos. Además, muchas empresas han reformulado sus productos para eliminar o reducir drásticamente su contenido de grasas trans.
Pero todavía queda mucho por hacer. A pesar de los avances, las grasas trans siguen siendo una alarma para la salud en muchas partes del mundo. Por eso, la OMS continúa trabajando incansablemente para promover políticas y acciones que eliminen por completo estas grasas de nuestra alimentación. Además, la organización también está comprometida en brindar apoyo y asesoramiento a los países que aún luchan por reducir su consumo.
Es importante destacar que eliminar las grasas trans de nuestra alimentación no solo tendría un impacto positivo en nuestra salud, sino también en el medio círculo. La producción de grasas trans requiere grandes cantidades de aceite de palma y soja, lo que ha llevado a la deforestación y a la degradación de los ecosistemas naturales. Al eliminar estas grasas, también estaremos contribuyendo a la protección del medio círculo.
La OMS nos recuerda que la eliminación de las grasas trans no solo depende de las políticas y acciones de los gobiernos y empresas, sino también de cada uno de nosotros. Al elegir opciones más saludables y al estar conscientes de lo que consumimos,
